domingo, 1 de enero de 2012

Despeguemos.

Desde tiempos remotos llevo pensando cuál sería mi objetivo en la vida, qué metas debo superar para poder despegar hacia aquel mundo que me esperaba el futuro. Desde luego, ese fue y es, mi fallo universal. De no haber tenido este pasado, no tendría ningún futuro pero, ¿Qué te queda cuando tu pasado ha quedado desmenuzado a trocitos desechados en tu corazón que ni hoy, ni nunca, podrás hacer desertar, a menos que te creas tus propios engaños? Quizás pensar en el futuro sea la peor y más desaprovechada parte de tu vida, quizás te enseñe a pensar que quizás un plato se te caiga o no de las manos. A este sentimiento lo llamo: Miedo. Un miedo implacable, que te recorre desde el corazón, hasta las pequeñas uñas que cortan el paso y recorren, pero que siguen amontonándose, dejando rastro, pinchándote cuando no los ves, fastidiándote, hasta tal punto que no lo soportas y en lugar de  recogerlas y tirarlas, decides destrozar otros objetos o sujetos, que deben permanecer en esta vida y que a simple vista no aprecias.
Con esto debo dejar claro que el futuro es un mundo, un misterio sin resolver, un camino del que debes... Alejarte, huir, escapar, siendo escurridizo, jugar bien tus cartas, y sobretodo olvidar tus miedos, por que de no ser así, espera sentado a comerte un buen plato de mierda.

1 comentario:

  1. No busques un camino, hazlo tú mismo, aunque te pierdas. Y es que a veces puede resultar liberador estar perdido.
    Ya sabes, viajar en el sitio & esas cosas.
    PD: Sonríe, sosomierda.

    ResponderEliminar