jueves, 5 de enero de 2012

Felicidad.

Digamos que, hoy día 6 de enero, todos los niños de España se levantan para recibir sus queridos regalos de navidad, tales como altas tecnologías de hoy, barbies patochada y demases, gritando a viva voz que han llegado los Reyes Magos. Me complace anunciar que hoy me he vuelto a sentir niño de nuevo, los nervios me concomían esta noche para levantarme, y recibir el día tan esperado de hoy, para enfrentarme a las 360 páginas de este año. Y es que, qué importa que tu amor no llegue, que sobres en los lugares en los que hace poco te sentías cómodo o pierdas a lo que creías que era un amigo en el que lo darías todo. La vida sigue dando vueltas, te encontrarás con obstáculos que te resultarán muchísimo más o menos complicados, según tu estado de superación. Nunca te podrán quitar ese ápice de esperanza que resurge cuando ves a la felicidad doblando la esquina de tus apoyos cercanos, los verdaderos, están ahí aunque tú mismo no los veas.
Niños de la actualidad, abrid regalos, sonreid, sed felices y nunca intenteis ser adultos, puesto que ni yo he llegado aún a serlo, y tengo un real miedo a que me roben aquella última esperanza que, dicen, nunca se pierde. Pero nunca, y recalco, nunca os baseis en lo material, la verdadera sonrisa no se siente un día puntual.

lunes, 2 de enero de 2012

Nocturnidad.

... equivale a referirnos a la palabra "Desolación", por que no es más que en este caso, un cúmulo de recuerdos que vagan por mi cuerpo, alternándose concurridamente y a su antojo, en el que añoro cada instante que ahora pudiera estar disfrutando de igual o mejor forma.
No me quiero referir a la gente que amaste, no me refiero a las personas que perdiste, es el simple recuerdo de éste el que te apacigua hasta los suelos de forma tan súbita, que hasta tus propios dientes añoran esa pizca del ingrediente que te derrite, el manjar que no te puedes permitir alcanzar, inalcanzable. Para "curarte" debes cruzar barreras que ni tú mismo sabes por qué, ni desde cuánto llevan ahí y te preguntas: ¿En qué maldito momento mandé construir esto?
Y es que construimos más de lo que derribamos, hacemos más que deshacemos, y nunca recogemos lo que dejamos destruido para después volver a usarlo o mejorarlo.
Desde el principio de los tiempos.

domingo, 1 de enero de 2012

Despeguemos.

Desde tiempos remotos llevo pensando cuál sería mi objetivo en la vida, qué metas debo superar para poder despegar hacia aquel mundo que me esperaba el futuro. Desde luego, ese fue y es, mi fallo universal. De no haber tenido este pasado, no tendría ningún futuro pero, ¿Qué te queda cuando tu pasado ha quedado desmenuzado a trocitos desechados en tu corazón que ni hoy, ni nunca, podrás hacer desertar, a menos que te creas tus propios engaños? Quizás pensar en el futuro sea la peor y más desaprovechada parte de tu vida, quizás te enseñe a pensar que quizás un plato se te caiga o no de las manos. A este sentimiento lo llamo: Miedo. Un miedo implacable, que te recorre desde el corazón, hasta las pequeñas uñas que cortan el paso y recorren, pero que siguen amontonándose, dejando rastro, pinchándote cuando no los ves, fastidiándote, hasta tal punto que no lo soportas y en lugar de  recogerlas y tirarlas, decides destrozar otros objetos o sujetos, que deben permanecer en esta vida y que a simple vista no aprecias.
Con esto debo dejar claro que el futuro es un mundo, un misterio sin resolver, un camino del que debes... Alejarte, huir, escapar, siendo escurridizo, jugar bien tus cartas, y sobretodo olvidar tus miedos, por que de no ser así, espera sentado a comerte un buen plato de mierda.